martes, 21 de enero de 2014

#4

Tengo mil conflictos bajo el tórax. Creo exigencias y me pierdo en ellas. Es bastante difícil estar seguro. Sé donde buscarle pero no quiero verle. Sólo necesito el frío del invierno, olvidarme del calor de los recuerdos y que leáis en braile mi piel cuando está de gallina.
Aunque en realidad soy transparente.
Descubriríais que me gustan los pequeños detalles. Si abrieseis mi cajón entenderiáis todo aquello que me quedó por decir. Porque lo escribo de noche; como las putas cuando llegan tarde del trabajo con el alma agrietada. Puede que si cogieséis mi móvil entendieseis la banda sonora de mi vida y si miraseis mis canciones veriáis que siempre hablan de lo mismo.
Abrazaros a mi almohada, descubririáis de qué están hechos mis sueños... esos que dicen que me merezco una noche diferente, bajar la guardia, mezclarme con la gente. Desoxidar el corazón.
Incluso si miraseis la papelera de mi habitación os asustariáis al ver  los gritos que he tenido que callarme. Sólo si me miraseis detenidamente, veriáis que tengo dos cerebros, pero solamente sangre para uno.
Después despierto y veo que el mundo sigue igual, nosotros pasamos por el tiempo, y la vida cambia a unos por otro. Aparecen personas nuevas, con las que sintonizas sin más. Una onda diferente. Personas que te escuchan, que intentan darte ánimos y sacarte sonrisas, aunque miles de preocupaciones te ronden por la cabeza. Ponen el ojo en tu cámara y miran el mundo a tu manera. Saben cómo eres, porque quieren saberlo. Personas que lo pasan mal, por circunstancias que ya has pasado y que confían plenamente en tí para desahogarse. Son gente que te da cariño sólo con las palabras tontas. Que te escrutan y te leen. Los que llegan con la intención de robarte la atención y de provocarte un sentimiento.

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